Silvia Piñero Fernández
En estos días de pandemia, que tenemos que lidiar día a día con una incertidumbre avasallante, quisiéramos encontrar a alguien que pueda explicarnos qué es lo que está pasando, qué tenemos que hacer y cuándo podremos volver a la “normalidad”.
Hoy, como nunca, volteamos a ver a la ciencia y buscamos escuchar de los científicos hechos concretos que calmen nuestras dudas y nos den soluciones inmediatas que se traduzcan en tratamientos y vacunas. Lo que recibimos, en cambio, son respuestas parciales y a veces contradictorias. Definitivamente esto no cumple con nuestras altas expectativas. Quizá sea el momento de analizarlas, de revisar de dónde vienen y qué es lo que la ciencia puede ofrecer realmente.
En el pasado, rara vez un artículo científico estaba en la primera plana de los periódicos o se llevaba más de 30 segundos en los noticieros de radio, televisión o cualquier otro medio masivo. Por el contrario, para captar la atención de la audiencia, recurrían a títulos espectaculares y llamativos que prometían la cura del cáncer u otras enfermedades. Hoy en cambio, el público está interesado en las más recientes publicaciones científicas, buscando siempre ese titular que anuncie la cura a la enfermedad que nos aqueja y, tristemente, ninguna de ellas parece tener la respuesta.
Podemos decir que hoy, a consecuencia de la pandemia de COVID-19 estamos comenzando a vivir de primera mano el proceso de hacer ciencia y siendo sinceros, fuera de contexto, esto parece un caos. Sin embargo, si profundizamos un poco más en cómo se obtiene el conocimiento científico y por qué es valioso, podremos entender un poco más qué es lo que está pasando y por qué esa cura, casi milagrosa, no es tan milagrosa y tomará tiempo en llegar.
Según el sociólogo norteamericano Robert K. Merton para que la ciencia sea CIENCIA, es decir, que la información generada sea válida y de calidad, debe cumplir con 4 condiciones: la ciencia debe ser universal, no responder a intereses particulares, representar un esfuerzo común y, sobre todo, manejarse con escepticismo. Esta última condición implica que cada pieza nueva de conocimiento científico será siempre retada y probada para confirmar su validez y que, ante nuevos datos sólidos, debemos ser capaces de abandonar los paradigmas establecidos y trabajar con nuevos supuestos y teorías.
Dentro del ámbito académico siempre habrá quien piense distinto o tenga interpretaciones alternativas. Esto es totalmente válido porque lo que se busca es que las explicaciones propuestas sean las que mejor explican las evidencias observadas. La comunidad científica trabaja bajo esta idea de escepticismo organizado, esto permite cuestionar no sólo los resultados, sino también los métodos que se utilizan. Los nuevos datos se exponen en congresos científicos donde la comunidad tiene la oportunidad de comentar y criticar constructivamente un trabajo. Del mismo modo, antes de salir a la luz, un nuevo artículo pasa por un filtro que implica una revisión y una crítica científica exhaustiva. Así, idealmente, la comunidad trabaja en un esfuerzo común, ejerciendo el escepticismo en todo momento.
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En circunstancias normales, todo este proceso sucede fuera de los reflectores, de manera que, al público en general llegan artículos que han sido retados y cuestionados con anterioridad. Con la necesidad de generar conocimiento inmediato como respuesta al COVID-19, este proceso está siendo presenciado en tiempo real por todo el mundo. Este ir y venir de información que se genera y se contradice continuamente, aunado a la tendencia de los medios no especializados que ahora maquillan noticias científicas para hacerlas más atractivas generando dudas y desconfianza.
Es sumamente importante que al mismo tiempo que se ofrece información en tiempo real, se ofrezca también un contexto suficiente para que la audiencia considere las limitaciones de la ciencia y valore la cautela con la que la comunidad científica se maneja. Un científico no afirma o niega categóricamente un hecho, si no que acepta la posibilidad de que nuevos datos apoyen explicaciones distintas a la suya. Ofrecer curas y soluciones absolutas, definitivas, completas, categóricas e indiscutibles es anticientífico y nos debe hacer sospechar.
Referencias:
Merton, Robert K. (1942), The Sociology of Science: Theoretical and Empirical Investigations, Chicago: University of Chicago Press, ISBN 978-0-226-52091-9, OCLC 755754