La tasa de mortalidad del virus COVID-19 es desconocida. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima dicha tasa en algo entre el 3 y el 4% (como punto de comparación la influenza tiene una taza de mortalidad de 0.1 por ciento), es decir, si los números de la OMS son acertados podemos esperar al menos 30 veces el número de muertos que los que causa la influenza. Dado que la influenza mata algo como 8 mil personas al año, tomando cifras conservadoras, podríamos tener 30×8000= 240 mil muertos de SARS-CoV-2 en unos cuantos meses.
Para tener las cosas en perspectiva entre 2006 y 2012, en la guerra contra el narcotráfico en México, murieron 60 mil personas, en seis años. Usando las cifras de la OMS, uno también podría estimar que habría al menos 10 veces eso, es decir, como 2 millones 400 mil enfermos hospitalizados por este padecimiento en tres meses.
3 y 4 por ciento es la tasa de mortalidad del virus COVID-19, de acuerdo con la OMS. La tasa de la Influenza es de 0.1 por ciento
Estas cifras son suficientes para causar problemas serios a los enfermos de todos los otros padecimientos que se atienden en los hospitales del país. Pero, en realidad, no sabemos: los números anteriores son estimaciones ni pesimistas ni optimistas, pero sólo son estimaciones. Es precisamente cuando hay mucha incertidumbre en nuestros datos que debemos aplicar el principio precautorio. Lo cierto es que como dice la revista médica The Lancet, “Este coronavirus no es benigno, mata”. Otra vez, en palabras de The Lancet: “La difícil verdad es que los países en la mayor parte del África subsahariana, por ejemplo, no están preparados para una epidemia de coronavirus. Y tampoco lo están muchas naciones de América Latina y Oriente Medio. Medidas de salud pública, tales como la vigilancia cercana de infectados, el rastreo exhaustivo de contactos, el distanciamiento social, las restricciones de viaje, la educación del público sobre la higiene de las manos, la garantía de vacunas contra la gripe para personas frágiles e inmunocomprometidas y el aplazamiento de operaciones y servicios no esenciales, desempeñarán su papel en retrasar la propagación de infección y presión de dispersión en los hospitales”.
¿Cuántos contagiados hay?
Dado que no sabemos cuánta gente está contagiada en México ni en el mundo (porque muchos portadores del virus no presentan síntomas, porque algunas de las personas que presentan síntomas no están siendo diagnosticadas) es muy difícil de contestar.
¿Qué tan rápido se está extendiendo el coronavirus? Curiosamente, esto es más fácil de entender que calcular el número exacto de contagios.
De lo que sí estamos seguros, gracias a los datos de la OMS, es que, como es usual es este tipo de epidemias, el crecimiento es exponencial y esto nos dice prácticamente todo lo que necesitamos saber, porque las exponenciales se pueden clasificar en dos tipos, las rápidamente crecientes (exponente positivo) y las rápidamente decrecientes (exponente negativo). El crecimiento de los nuevos casos del COVID-19 afuera de China es del 15% diario, de acuerdo con estos datos.
Para comprender un crecimiento exponencial con mayor claridad, imaginemos una deuda de $10.00 al 15% de interés diario. En la siguiente tabla podemos ver que, al 15% de incremento diario, si comenzamos con una deuda de 10 pesos, en cuatro meses deberemos 192 millones de pesos. Análogamente, si en la Ciudad de México hoy hubiese solamente 10 casos de COVID-19 y asumimos el crecimiento normal del 15% diario que predice la OMS, en tres meses y medio, toda la población de la ciudad estará infectada; suponiendo un muy optimista índice de mortalidad de la mitad del 1%, estamos hablando de 100 mil muertos y un millón de hospitalizados tan solo en la capital del país.

¿Qué hacer ante un panorama tan desolador?
La buena noticia es que se conoce un método que convierte la curva roja en la azul; este método se inventó en la Edad Media (se lee el ya en el Decamerón (1353) de Boccaccio) y es, hoy por hoy, el único método fiable ante esta situación: el distanciamiento social. Esta es la manera como China y Corea del Sur han controlado sus epidemias.
Desde el punto de vista matemático, el exponente de crecimiento (el 15%) depende de dos variables: la probabilidad de contagio P, y el número de interacciones promedio del agente infectado E. Debemos bajar P y E para entrar en el área azul.
Cómo bajar la probabilidad de contagio P.
Lavándose las manos obsesivamente, usando tapabocas si se está infectado, pero, dado que, en la realidad, es extremadamente difícil saber si se está infectado (se puede ser asintomático) es mejor que el gobierno federal regale tapabocas a todo el mundo. Lo mismo se puede decir del gel antiviral; el gobierno debe producirlo y regalarlo a toda la población en abundancia.
Cómo bajar el número E de interacciones promedio diarias de una persona infectada.
Cerrando de inmediato escuelas, oficinas federales, cancelando todo evento masivo de más de 10 personas, mandando a quien se pueda a trabajar remotamente en su casa, cerrando cines y teatros, suspendiendo el Vive Latino, etc. Cada acto de distanciamiento social bajará el exponente de crecimiento. (b) Cancelando el número mayor de vuelos (especialmente 5 de países con epidemias rampantes) de inmediato. (c) Haciendo ampliamente disponibles y gratuitas las pruebas de COVID-19 y dando seguimiento y aislamiento a los involucrados.
La probabilidad de extinción de la especie humana aumenta con el número de vuelos que siguen en funcionamiento cuando aparece un nuevo patógeno. COVID-19 sigue mutando y, mientras más personas infecta, más alta es la probabilidad de que se vuelva letal en un mayor rango de edades.
Es un poco contraintuitivo, pero la cancelación del máximo número de vuelos no críticos es vital para pasar esta crisis. Los Estados Unidos, China, Argentina, Rusia, etcétera ya lo hicieron. El tiempo. Sin embargo, todo este proyecto de control de la epidemia es extremadamente sensible al tiempo ¿Cómo cambia el número de infectados si dudo en tomar la decisión y la pospongo por un solo día?

De acuerdo con el gran experto del riesgo Nassim Taleb, el principio precautorio establece que si una acción o política tiene un posible riesgo de causar un daño severo al dominio público (que afecta la salud general o el medio ambiente a nivel mundial), la acción no debe tomarse en ausencia de certeza científica sobre su seguridad. Uno puede escuchar declaraciones diciendo cosas como “no hay evidencia de que no cancelar vuelos provoque epidemias”, pero esto es un error muy grave de razonamiento que confunde la ausencia de evidencia de daño con la evidencia de ausencia de daño.
Es insuficiente que no haya evidencia de que fumar haga daño, lo necesario para las compañías cigarreras siempre fue producir evidencia de que fumar no causa daño. Asimismo, no basta decir que no hay evidencia de que no cancelar vuelos cause epidemias, el interlocutor debe producir evidencia de que no cancelar vuelos no promueve epidemias. Citando a Taleb: “La paranoia es la mejor estrategia para sobrevivir [...] La paranoia es la mejor estrategia de supervivencia. El optimismo es malo. Los sicólogos siempre dicen que infravaloramos la posibilidad de que se produzca una catástrofe. Yo te hago una simple pregunta: ¿prefieres que tu piloto de avión sea un pesimista o un optimista? [...] Respondo yo: necesitamos que nuestros líderes sean pesimistas”.
Lo irracional en estas situaciones es actuar como si no pasara nada.
El lector interesado en unirse a la lucha contra el coronavirus puede ingresar a: https://www.endcoronavirus.org/. Para las personas con capacidad de tomas de decisiones recomiendo leer el documento que se encuentra aquí.
El efecto mariposa (concepto que se aplica a los sistemas dinámicos caóticos) nos dice que cambios insignificantes en las condiciones iniciales tendrán monumentales consecuencias con el tiempo. Estamos ante un dramático ejemplo del efecto murciélago, mutaciones invisibles en un virus microscópico en un murciélago del otro lado del mundo han cambiado ya la historia de la humanidad en el siglo XXI ¿Podrá la sociedad en su conjunto, con todo su ingenio y su creatividad, estar a la altura del reto? Para lograrlo, lo que necesitamos es distanciarnos físicamente, para después reencontrarnos jubilosamente.

Por Elías Micha
Versión adaptada. El artículo original fue publicado inicialmente en Exelsior.