Recientemente, investigadores anunciaron que la dexametasona, un corticosteroide barato y ampliamente disponible, redujo significativamente las muertes de pacientes gravemente enfermos con COVID-19 en un importante ensayo clínico. Aunque todavía no están publicados los resultados completos del ensayo, los resultados preliminares se han considerado un gran avance. El ensayo incluyó más de 2000 pacientes que recibieron dexametasona a dosis bajas, 6 mg durante 10 días. Estos datos se compararon con los de más de 4000 pacientes que recibieron un tratamiento estándar.
El esteroide redujo el número de muertes en un tercio en pacientes que ya tenían ventiladores y en un quinto en pacientes que recibieron oxígeno suplementario por otros mecanismos. No se encontraron beneficios en pacientes que no recibieron soporte respiratorio. Este resultado podría cambiar la perspectiva para muchos países de bajos recursos, dándoles acceso a un tratameinto accesible. El efecto de la dexametasona es aparentemente mucho más beneficioso que el del remdesivir, único medicamento que ha mostrado beneficios en un ensayo clínico aleatorio hasta la fecha. A diferencia de la dexametasona, el remdesivir redujo el número de días que los pacientes críticos estuvieron hospitalizados, pero no las muertes. Estas son buenas noticas, pero habrá que esperar al estudio completo y a los detalles finales. Sin embargo, este esteroide no resuelve el problema del COVID-19. Este medicamento no previene la enfermedad, y sólo presenta beneficios si los pacientes están en cuidados intensivos. Si los hospitales están saturados, el beneficio es relativo. Se necesita pronto una vacuna o un medicamento que prevenga a las personas pasar de síntomas leves a agudos.