Estudios realizados desde 2016, por investigadores de la Universidad de Columbia en Manhattan, empezaron a recolectar muestras de hisopos nasales de niños, maestros y trabajadores de emergencias cuando estornudaban o presentaran dolor de garganta. El objetivo del trabajo era crear un mapa de virus respiratorios comunes y su sintomatología y el tiempo que las personas recuperadas presentaban inmunidad para cada virus. Los virus incluidos en este estudio incluían cuatro coronavirus causantes de resfriados comunes. A priori, no le dieron importancia, pero con la situación actual relacionada al coronavirus SARS-CoV-2, este estudio podría esconder pistas de cómo se puede desarrollar esta pandemia.
En un reporte preliminar, los investigadores describieron que su principal preocupación era que frecuentemente muchas personas se re-infectaban con el mismo coronavirus, incluso en el mismo año e incluso más de una vez. Parece que frente a coronavirus, la inmunidad parece desaparecer rápidamente.
No sabemos si el COVID-19 va a seguir el mismo patrón que lo observado en el estudio previo con otros coronavirus. Actualmente se ha hablado de “pasaportes sanitarios” o “pasar el pico de la curva”. Todo esto presume que la inmunidad será de larga duración, pero ¿qué pasa si la inmunidad es fugaz en vez de duradera?
Si las personas adquieren o no inmunidad al virus y durante cuánto tiempo, será lo que finalmente determine la cura de la enfermedad, dicen algunos investigadores. Evidencias preliminares señalan al menos una protección temporal contra la reinfección. Lo que se desconoce es cuánto dura la inmunidad, y después de unos pocos meses desde el primer brote, no hay manera de saberlo.
Si la inmunidad es fuerte, entonces cada superviviente se sumará al grupo de personas protegidas y evitará la propagación del patógeno. Pero si la inmunidad es corta, como lo es para los coronavirus comunes, COVI-19 podría establecerse como una super-gripe estacional con una alta tasa de mortalidad, una enfermedad que emerge como un tsunami cada invierno. Los últimos modelos de ordenador de la pandemia encuentran que la duración de la inmunidad será un factor clave, y tal vez el factor crítico. Modelos generado por la Universidad de Harvard y publicados en Science, escenifican este virus como uno estacional que surge anualmente a medida que la inmunidad en la población aumenta y luego disminuye.
La gripe es un virus que cambia cada estación, el cual se sigue de cerca y se analiza genéticamente cada año para generar un nueva vacuna. Pero todavía no se sabe, por ejemplo, si los coronavirus comunes mutan de manera que les permita evadir el sistema inmunitario, o si hay otras razones por las que la inmunidad sea tan efímera. Además, no hay vigilancia global frente a los coronavirus. Existe un estudio, Global Virome Project en Manhattan, pero es una excepción. Se propuso detectar virus respiratorios con el objetivo eventual de "predicción inmediata" o de tener un rastreador en vivo de infecciones comunes que circulan en la ciudad. Uno de los hallazgos de este proyecto es que las personas que recibieron el mismo coronavirus dos veces no tuvieron menos síntomas una segunda vez. En cambio, algunas personas nunca tuvieron síntomas en absoluto; otros tuvieron resfriados malos dos o tres veces. La gravedad de la infección tiende a darse dentro de la misma familia, lo que sugiere una base genética de la respuesta a la enfermedad. La pregunta es: ¿existe la posibilidad de que la enfermedad del COVID-19 se convierta en una versión mortal del resfriado común, circulando constantemente, infectando al 10% o al 20% de la población cada año y matando a un porcentaje del 1%? Si es así, sería capaz de para el crecimiento global de la población humana. Pero siendo más optimista: ¿las personas curadas han terminado con este virus?, si no, ¿con que frecuencia hay infecciones repetidas?, y ¿cómo serán las infecciones repetidas, peores, más leves…?
Grandes estudios sobre la inmunidad frente a COVID-19 ya están en marcha para tratar de responder estas preguntas. Por ejemplo, Alemania tiene planes de encuestar a su población en busca de anticuerpos contra el virus, o los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU. lanzaron un estudio de muestreo de suero pandémico COVID-19. Estos estudios serológicos puede determinar cuantas personas han estado expuestas al virus, incluso aquellas asintomáticas o con síntomas leves. En estas pruebas, también se investigan las respuestas inmunes.
El sistema inmune tiene diferente respuestas frente a patógenos nuevos. Los anticuerpos, producidos por las células linfocitos B, recubren un virus y no permiten que infecte las células del hospedador. Mientras tanto, las células T regulan la respuesta inmune o destruyen las células infectadas. Una vez superada una infección, pueden generarse versiones de "memoria" a largo plazo de cualquier tipo de célula. La pregunta es, ¿qué tipo de memora genera el COVID-19?
Al tratarse de un sintomatología que dura varias semanas, a diferencia que un resfriado común, podría dejar una memoria inmune más fuerte o de mayor duración. Con los brotes de SARS de 2002 y 2003, investigadores no encontraron linfocitos tipo B de larga duración, pero sí células T de memoria. Las células tipo T pueden ser un signo de inmunidad continuada, protegiendo de los peores efectos de la enfermedad. Un estudio reciente en Science ha identificado una posible respuesta de células T frente a la enfermedad COVID-19, lo cual es esperanzador. Por eso, es necesario seguir investigando y haciendo pruebas serológicas para permitir tomar decisiones frente a la pandemia.