Los médicos en primera línea frente al coronavirus se enfrentan también a otra pandemia: la interminable desinformación que afecta a los pacientes y a la población en general. Algunos aseguran que las personas se sienten más inclinadas a creer la información que encuentran en redes sociales que las indicaciones de un profesional de la medicina (fenómeno llamado Dr. Google). Esto no es algo nuevo pero, se ha visto gravemente acrecentado por la situación actual.
Profesionales médicos e investigadores identifican varios factores relacionados con esta problemática: líderes como el presidente de Estados Unidos Donald Trump que amplifican las teorías marginales; plataformas de redes sociales que no eliminan la información falsa o no con suficiente rapidez; y personas que se apresuran a creer lo que leen en la red...
Por poner un ejemplo, se calcula que aproximadamente 800 personas en todo el mundo murieron, y otras tantas fueron hospitalizadas, en los primeros tres meses del años por seguir indicaciones de consumo de alcohol altamente concentrado para matar el virus (informe publicado la semana pasada en el American Journal of Tropical Medicine and Hygiene).
Asociaciones y grupos de salud advierten que esta información falsa es muy dañina, y puede causar graves daños a la salud pública. Las falsedades han socavado los esfuerzos para lograr el uso generalizado de cubrebocas, y han alimentado la creencia de que la gravedad de la pandemia es exagerada. Muchas personas creen en los rumores sobre el efecto de las mascarillas en sus niveles de oxígeno, o las teorías conspiratorias de la vacunas. Esto solo daña los esfuerzos por controlar el virus y volver a una forma de vida pre-pandemia.
Pese a que muchas plataformas de contenido online, como YouTube o Facebook, han introducido políticas para limitar la información falsa y promocionar fuentes confiables, la información errónea sigue difundiéndose.