En 2002, con el brote un virus denominado SARS, y posteriormente en 2012, con otro letal coronavirus llamado MERS-Cov, la comunidad científica insistió repetidamente en la necesidad de encontrar vacunas frente a estos patógenos. Actualmente, esa pregunta vuelve a cobrar sentido. El desinterés y falta de recursos para desarrollar y estudiar esas vacunas ha hecho que no estuviéramos preparados para esta nueva pandemia.