Los datos sobre el efecto del COVID-19 en las mujeres embarazadas preocupa a los médicos: el embarazo parece hacer que los cuerpos de las mujeres sean más vulnerables al COVID-19 grave.
Los mejores datos disponibles sobre COVID-19 y embarazo fueron publicados a finales de junio por el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés). Entre 91,412 mujeres estudiadas en edad reproductiva con el virus, las 8207 que estaban embarazadas tenían un 50% más de probabilidades de terminar en unidades de cuidados intensivos (UCI) que sus pares no embarazadas. Las mujeres embarazadas también tenían un 70% más de probabilidades de necesitar ventiladores, aunque no presentaron una mortalidad más alta.
Esto se debe en parte al ajuste del sistema inmunológico que sufren las mujeres durante el embarazo y que los pulmones y sistema cardiovascular (punto de ataque de COVID-19) ya se encuentran estresados durante el embarazo. En concreto, el sistema inmune de las embarazadas está orientado a asegurarse de no generar ninguna respuesta inmunitaria antifetal, la madre compromete sus defensas inmunológicas para preservar la salud del feto. Además, a medida que el útero crece los pulmones tiene menos espacio, causando en muchos casos dificultad respiratoria en las embarazadas. Para suministrar al feto, las mujeres embarazadas también necesitan oxígeno y sangre adicionales para transportarlo: hasta un 50% más al final del embarazo. Los pulmones y el sistema cardiovascular ya están esforzándose durante el embarazo y los efectos del virus suponen en muchos casos una sobrecarga. A esto hay que añadir la cantidad de fluidos acumulados durante el final del embarazo, los cuales en caso de infección pueden acabar en partes del cuerpo donde no deben. Por último, la sangre de las mujeres embarazadas tiene mayor tendencia a coagularse, efecto que también tiene el virus, incrementando la probabilidad de coagulación. Los médicos lo tienen claro; las mujeres embarazadas deben ser todavía más precavidas, usar siempre mascarilla y guardar riguroso distanciamiento social.
El riesgo para la madre no termina con el parto, según un estudio publicado en BJOG. De las 675 mujeres embarazadas admitidas para el parto en tres hospitales de Nueva York, nueve de las 70 mujeres infectadas la mayoría asintomáticas (en torno al 79% de las infectadas), tuvieron al menos una de las tres complicaciones que los médicos observan después del parto: fiebre, bajo nivel de oxígeno en sangre y readmisión al hospital. Muchas enfermedades se desenmascaran tras el parto y el COVID-19 parece ser una de ellas. Expertos señalan que es necesario recopilar mejores datos para determinar el riesgo de las embarazadas.